O eso decía Julio Iglesias en una de sus canciones, 2009 termina, desde luego ha sido un año extraño,hemos vivido cosas nuevas, empezamos el año con una cartera de clientes estable y decreciente condenada al exterminio (la empresa sigue creciendo gracias a otras lineas de negocio con mayor actividad, la empresa en la que trabajo existe una divisón un tanto atipica, en lugar de segmentar por tipo de cliente han segmentado por tipo de producto, lo cual da lugar a diversas lineas de negocio, con unos tipos de clientes similares, -cliente residencial, cliente negocio, cliente gran cuenta y otras denominaciones internas que no voy a explicar en este post-) cuando empezabamos a vivir comodos y tranquilos, nos destinan una aruda tarea, asumir la carga de trabajo de esos clientes de un nuevo modelo de negocio, clientes que llevan poco tiempo como clientes en la empresa, donde la fidelización y la explotación del producto esta por llegar. Muchos cambios, nos adaptamos poco a poco, y el mensaje del 2009 es sobrevivir.
Sobrevivimos y nos enfrentamos a una hilera de cambios, nos enfrentamos asituaciones donde somos meros ejecutores, como una marioneta de un plan perfecto escrito por alguien que esta muy por encima y que ve numeros, donde nosotros, vemos personas.
Despues toca formar equipo con gente nueva, donde el apoyo en los veteranos, es fundamental, ya que son las personas que nos pueden ayudar a llegar donde nosotros por circustancias no llegamos.
El año acaba y volvemos a tener un equipo formado, y vuelven los objetivos divertidos, mejorar procesos, mejorar las relaciones con nuesttros clientes, crear valor añadido.
En definitiva, despues de unos picos importantes, volvemos a la normalidad con la que empezamos 2009, un equipo con el que trabajar y con el que mejorar las relaciones con nuestros clientes, solo que vivimos en un contexto muy distinto, por un lado las cancelaciones aprietan, la empresa se vuelve mucho mas exigente, esta en condiciones de exigir, y los empleados en condiciones de dar lo mejor de nosotros mismos.
Quiero terminar el post felicitando el año, de una forma un tanto peculiar, con mi parte preferida del concierto de año nuevo en Viena, donde Barenboim (uno de mis directores de orquesta favoritos) en este caso, se da la vuelta para dirigir al publico el ritmo de las palmas al son de la Marcha Radetzky.
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